El
agua
El aula se ha convertido en un
spa en miniatura: luz tenue, una vela, incienso, flores por todos los rincones,
ramilletes de rosas por el suelo y pétalos de claveles esparcidos. Se entra sin
calzado ni calcetines y dependiendo de cuantos compañeros haya se inicia el
circuito o se tumban en las alfombras mientras suena un relajante sonido de
agua corriendo. Primero se lavan los pies en un barreño pequeño. Se aclaran en
otro barreño más grande. Caminan por una toalla hacia el barreño que contiene
piedras en el fondo donde frotan sus pies. Por otra toalla caminan hacia un
baño de pies de burbujas con rodillos y vibración. Se secan los pies. Para
terminar, un buen masaje con crema. Después, se lavan la cara con agua y
pétalos de rosa. Se siente la suavidad los pétalos en la piel. Tras secarnos la
cara pasamos a la parte final: se peinan y se perfuman. En este momento pueden
elegir: se tumban en las alfombras o se van.
El
fuego
Elemento de trabajo y diversión
en este espacio. El aula está a oscuras, iluminada por velas. Cada niño cada
niña, se ha hecho un juguete: una cinta de fuego con papel rojo y amarillo. Hay
que moverla, al ritmo de una danzas: “Danza ritual del fuego” de Manuel de
Falla y una canción, “La danza del fuego” del grupo Mago de Oz. Un montón de
cintas rojas y amarillas se mueven en medio de la clase simulado una hoguera
por la que pasar sin “quemarse". Un globo amarillo representaba al mayor astro de fuego: el Sol,
al que había que elevar alto sin que “nos abrasara”.
La
tierra
Es el ambiente donde se va a trabajar con elementos que aporta nuestra
madre Tierra. Se puede elegir por qué propuesta comenzar (hay que observar el
número de sillas libres que quedan en una u otra. Se pasa por las dos si así se
desea).
Utilizan arcilla y semillas (lentejas, garbanzos, arroz, soja) para
realizar unos mandalas en paz y tranquilidad, sin ninguna pauta, sin ningún
estereotipo, dejando fluir su propio sentir y ser. La pieza circular de
cerámica la tendrán que realizar ellos mismos. Tienen a su disposición trozos
de arcilla ya cortados; se les indica cómo se puede realizar el círculo plano
(se les invita a realizar una bola y con los rodillos que hay en la mesa,
aplanarla; a su alcance tienen un vaso con el que podrán realizar el corte de
la circunferencia). Hay niños y niñas que eligen otras maneras y obtienen el
mismo resultado. Esta pieza la colocan sobre un cartoncito en el cual pondrán
su nombre.
La piedra que cada uno ha traído se decora con la técnica del puntillismo.
Por detrás ponen su nombre. Se les ofrecen rotuladores permanentes sobre todo
tipo de superficie y se les dan indicaciones sobre cómo usar los mismos y cómo
evitar mancharnos. A los más pequeños se les dice que no se trata de colorear y
se explica la diferencia entre dibujar y colorear. Cada uno, cada una, la
decora como quiere.
El aire
A modo de introducción, se relata la historia del Señor de los vientos, Eolo, comentando después la necesidad del aire para la vida y también, los desastres que puede provocar en forma de viento tempestuoso. A continuación, con diferentes intensidades, ponen en práctica la fuerza de su propio “Eolo”, soplando a través de un embudo hecho con botellas de plástico recicladas sumergido en jabón para hacer pompas de diferentes tamaños. También ponen en práctica la acción del aire con un pompero gigante.
Circuito motriz
En este taller se van a experimentar los 4 elementos.
La TIERRA, el elemento que nos sustenta,
se recorre con diferentes tipos de desplazamientos: reptar, subir,
bajar…. Se experimentan sensaciones con el AIRE a través de saltos,
desequilibrios y balanceos que permiten exponerles a la sensación de vacío. Al
llegar al elemento AGUA, con movimientos natatorios hay que atravesar un espacio de colchonetas. Sigue el circuito sorteando
obstáculos de FUEGO que hacen controlar la motricidad para no “quemarse”. Al final, se pone de manifiesto el sentimiento de
felicidad que se experimenta tras recorrer todos los elementos.
Para terminar la mañana, todos juntos, en círculo en el patio, volvemos a
recordar cuales son los “pilares” que nos sustentan; los hemos celebrado así
con motivo de las fiestas del Pilar de nuestra ciudad. Tras comprobar que
tenemos las pulseras obtenidas en los talleres, una baturrica nos ofrece un
adoquín, un caramelo típico de nuestra ciudad; el premio a nuestro trabajo de
esta mañana es… muy dulce.
Qué original forma de enfocar las fiestas del Pilar. Enhorabuena por ese trabajazo!!!
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